Empecemos por el final: ayer tuve una reunión con el CEO de una gran empresa internacional y rechacé su oferta de ponerme en nómina.
Lo hice sin dudar y ni me arrepiento ahora, ni me arrepentiré mañana.
¿Por qué?
De sueldos y grandes empresas
Hace ya muchos años trabajaba para una de esas grandes empresas internacionales. Bueno, no de esas. La que me ofreció trabajo es una buena empresa, que trata bastante bien a sus empleados.
De la que yo me fui no es una buena empresa, vive de explotar a sus empleados y de que crean que trabajar gratis es la forma de llegar lejos en esta vida.
Pobres ilusos.
Tómate un respiro
Cada día mando un email que te enseña a explotar lo que llevas dentro para que vivas igual de satisfecho el lunes por la mañana que el viernes por la tarde:
Recompensas al trabajo bien hecho
En cualquier caso, esa empresa para la que trabajaba juntó todo lo malo que se puede juntar en un solo trabajador:
¿Trabajas bien? Más trabajo.
¿Sacas incluso lo que no te corresponde? Más trabajo.
¿Aguantas bien que un jefe te trate como un trapo? Peor jefe.
¿Soportas clientes malencarados? Peores clientes.
¿Necesitas descansar? ¡MÁS TRABAJO!
¿Intentas volver a una carga de trabajo «normal»? Eres un capullo desagradecido que está haciendo fracasar el proyecto…
Se entiende el mensaje, ¿verdad?
Y eso termina en…
Cuando la recompensa a ser más productivo, más implicado y más dedicado que la media es recibir más mierda y menos aprecio que la persona que más se toca las narices del universo…
¿Cuál es el resultado?
Que gracias a ellos dejé el trabajo para irme a mi casa a ver qué podía hacer con mi vida. Y decidí que, para empezar, quería volver a tener vida.
Familia, hijos, amigos, ocio… y mi salud y satisfacción mental volvieron a ser mis primeras prioridades.
Después llegó el momento de: ¿cómo narices voy a conseguir mantener esto y no vivir debajo de un puente?
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Porque, aunque había ahorrado bastante, el dinero es finito. 3 años finito fue en mi caso, estirándolo MUCHO.
Si en esos 3 años no conseguía resultados tangibles, tendría que volver a trabajar para otro.
Así que, poco a poco, fui probando cosas para ganar dinero desde mi casa.
MUCHAS cosas.
Trabajando por cuenta propia
Al principio la mayoría salieron mal, pero luego empezaron a llegar los éxitos.
Tardé más de 3 años en cumplir mi objetivo, que al final conseguí.
Ahora vivo bien, gano mucho dinero (puedes verlo aquí actualizado cada año) y mis hijos, mi mujer y yo mismo estamos primeros en la lista de prioridades.
Si necesito desconectar unos días o una semana porque estoy cansado o quemado, lo hago. Si no puedo trabajar un martes, no me estreso. Si tengo que trabajar un domingo, tampoco.
Tengo una libertad con la que antes no podía ni soñar.
Una libertad que, para mí, no tiene precio.
¿Por cuánto volver al redil?
Cuando me ofrecen un trabajo, por bien remunerado que esté, siempre digo que no.
Nadie puede igualar las condiciones de flexibilidad y libertad que yo, como mi propio jefe, me otorgo.
Condiciones que no voy a cambiar por 100.000€ anuales.
Primero, porque no estaría ganando dinero y estaría perdiendo sueldo.
Segundo, porque aunque fueran 200.000€ anuales, seguiría perdiendo la libertad de mi día a día.
Eso sí: este es mi caso y quizá no sea el tuyo.
Apúntate a mi newsletter y te contaré más cosas sobre cómo puedes llegar tú a ganar ese dinero por internet.
Sin fórmulas mágicas, te aviso.
Todo a base de trabajo duro y esfuerzo, pero te ayudaré a que ese trabajo duro y ese esfuerzo vayan en las direcciones adecuadas.