Todo el mundo desea trabajar desde casa, pero pocos son los que lo consiguen. Para conseguirlo, para ser productivos, hacen falta unas buenas rutinas, autodisciplina y mucha fuerza de voluntad. ¿Te cuento cómo lo he conseguido yo?
Llevo trabajando en mi casa desde 2014 y lo que para mí ya es parte del día a día, a mis amigos o a mi mujer les parece algo imposible de alcanzar. Porque he conseguido llegar a un equilibrio con mi entorno y conmigo mismo que me permite ser altamente productivo sin salir de casa.
Por eso quiero contarte cuáles son mis trucos, mis rutinas y los consejos que te ayudarán a ti a ser más productivo trabajando desde tu hogar. O, al menos, a aprovechar mejor el tiempo del que dispones.
Siéntate, relájate y prepárate para tomar apuntes, porque voy a condensarte muchos años de experiencias, fracasos y éxitos en este artículo.
Actualización COVID: he hecho un pequeño apéndice con TRES notas importantes a tener en cuenta mientras dure la cuarentena.
Trabajar desde casa: mitos y realidades
Antes de empezar, vamos a definir qué es trabajar en casa y qué no lo es. Déjame que trate de desmitificar la figura del trabajador casero. Porque, aunque parezca lo contrario, este tipo de trabajo no es la panacea y no está hecho para todo el mundo.
Seguro que has oído o pensado alguna vez que el trabajo en casa es una maravilla porque:
- Trabajas en pijama.
- Puedes hacerlo desde la cama…
- o desde el sofá.
- Puedes ver la tele en los descansos…
- o jugar a la consola.
- Te haces la comida en tu cocina.
- Puedes echarte la siesta.
- ¡Incluso que puedes beber cerveza mientras trabajas!
U otras muchas razones que desvirtúan el concepto de trabajo y lo acercan más a pasar el rato en tu salón.
La realidad es que trabajar desde casa es y debe ser algo mucho más productivo e intenso que hacerlo desde fuera. ¿Por qué? Porque no hay desplazamientos y no hay ninguna de las distracciones habituales de una oficina (interrupciones de compañeros, paradas para el café. Todo el tiempo que dedicas es por y para ti, y debería ser más efectivo.
Y aquí es donde entran los problemas: al trabajar en casa, con tu salón, tu televisión, tus libros, tu consola, tu…, es mucho más fácil ceder a la tentación de NO trabajar.
Lo que yo voy a contarte aquí son consejos para TRABAJAR, para conseguir esas 6 u 8 horas de jornada productiva. Nada de perder el tiempo, nada de engañarnos a nosotros mismos, nada de parar cada diez minutos para ponerte un café, para mirar el termostato, alisar la cama o poner el lavaplatos.
Porque trabajar desde casa es conseguir una jornada laboral y productiva en el mismo lugar que duermes y ves la televisión. Algo que parece más fácil de lo que es.
Otra tema del que ya hablaremos, si quieres, es cómo ganar dinero con ese trabajo. Por ahora asumimos que puedes trabajar desde casa y vamos a hablar de cómo hacerlo.
Tómate un respiro
Cada día mando un email que te enseña a explotar lo que llevas dentro para que vivas igual de satisfecho el lunes por la mañana que el viernes por la tarde:
12 consejos para trabajar desde casa
Después de más de un lustro trabajando en casa, he ido creando una lista de técnicas y consejos que me han servido para afianzar mis rutinas y convertirme en un trabajador perfectamente productivo sin salir de casa. Es una lista que nace de la experiencia, de la prueba, el error y la reflexión sobre por qué he logrado trabajar así y otros de mi entorno son incapaces.
En ningún caso constituyen una receta milagrosa, pero sí que te ayudarán a ver si crees que tu manera de ser encaja con un método de trabajo similar.
Y ahora, acompáñame en los mandamientos que sostienen mi trabajo:
1. Separa tu espacio de trabajo
Idealmente, mi consejo es que utilices una habitación separada única y exclusivamente para trabajar. Un despacho. Sin embargo, soy consciente de la dificultad que eso entraña.
Cuando empecé a trabajar en casa, en 2014, mi mujer y yo vivíamos en una casa con una única habitación. Así que lo que hice fue colocar un pequeño (muy pequeño) escritorio al lado del sofá, de cara a la pared y llamar a eso «despacho».
En ese espacio, en esa silla, en esa mesa, no hacía nada más que trabajar. No dibujaba, ni leía, ni jugaba al ordenador, ni veía la televisión. Si quería hacer cualquiera de esas cosas, desenchufaba el portátil y me sentaba en el sofá.
Parecerá una tontería, pero nuestra mente necesita asociar espacios con tareas. Necesita saber que uno sirve para el ocio y otro para el trabajo. Si los mezclas, te será muy difícil trabajar, sabiendo que puedes jugar, leer o ver la tele en cualquier momento.
2. Aíslate del ruido
Siempre me ha costado concentrarme cuando hay gente a mi alrededor. Las conversaciones, las preguntas, los ruidos y manías de la gente que me rodean me hacen muy difícil trabajar.
Por eso siempre he trabajado (y estudiado) con auriculares y música y con cada nuevo jefe que he tenido le he explicado esto mismo: soy mucho más productivo de esta forma. Quizá se me escape alguna estrofa o toque la batería con mis manos de vez en cuando, pero rindo mucho más con música.
Al hacerlo desde casa, esto cobra un nuevo sentido. Porque, salvo que vivas solo, tus compañeros de piso (pareja, amigos, padres, hijos…) van a hacer mil ruidos que tú vas a asociar rápidamente con cocinar, comer, ver la tele o cualquier otra distracción. Y aunque lo hagas, tus vecinos no tienen por qué estarse quietos y callados. Todavía recuerdo el patio de la segunda casa en la que trabajé (que daba a mi despacho) con horror. Música, televisión, cacharros en la cocina, discusiones… Un ambiente nada propicio para concentrarse.
Por eso mi segundo consejo esencial es que te aísles. Música, ruido blanco, cancelación de ruido…, ¡cualquier cosa que te ayude a concentrarte!
3. Vístete para trabajar
Con esto no trato de decirte que te pongas un traje o una camisa, ni siquiera unos vaqueros. Pero igual que hay que separar el espacio físico del trabajo, hay que separar el espacio que ocupa en nuestra mente.
Sentarse a trabajar en pijama, sin ducharse ni cambiarse, es muy tentador. Pero a la larga es contraproducente. Dejas de separar la cama del trabajo, el día de la noche, el estado mental de ocio del de trabajo.
Ponle límites al ocio y ponle límites al trabajo. Desayuna, dúchate, aséate y cámbiate de ropa. Da igual que te quites el pijama para ponerte un chándal, pero cambia tu ropa. Es un pequeño gesto que ayuda a tu cerebro a aclimatarse al cambio ocio-trabajo.
4. Parte tu día en bloques de tiempo
La manera más eficiente y efectiva que he encontrado de gestionar mi agenda diaria son los bloques de tiempo. No tanto el agendar tarea a tarea lo que pretendo hacer en un día, como reservar ciertas franjas horarias para actividades concretas.
Resumiéndolo mucho, mi primer bloque del día es siempre el más creativo. Dedico las primeras 2 ó 3 horas a escribir artículos, grabar vídeos o diseñar soluciones. Mientras que mi siguiente bloque, antes de comer, lo utilizo para tareas más mecánicas (programación, maquetar artículos, investigar…). Para terminar me dejo siempre las tareas menos exigentes.
Eso me permite pensar menos en la tarea siguiente y concentrarme más en lo que estoy haciendo, despreocupándome de asignar los tiempos de manera correcta. Porque no hay nada que me frustre más que planificar 50 minutos para hacer algo que me lleva en realidad 70 y me desplaza la agenda completa.
5. Busca tu momento más productivo y aprovéchalo
Como ahora no dependes de nadie para obligarte a dedicar ciertas horas del día a ciertas tarea, mi consejo es que busques cuáles son las horas que más y mejor trabajas del día y las aproveches. Es incluso posible que esas horas cambien con el tiempo, con la estación o con tu estado de ánimo.
Lo importante es que sepas qué horas son esas, para que puedas planificar tus tareas más exigentes, más complicadas o más creativas en esos momentos. Y nunca, bajo ningún concepto, las desperdicies leyendo o contestando emails o mensajes ni leyendo las redes sociales.
6. Planifica descansos periódicos
De la misma forma que planificamos nuestras tareas, tenemos que ser capaces de planificar también nuestro descanso. Al fin y al cabo estamos trabajando desde casa, ese tiempo que ahorramos en desplazamientos podemos dedicarlo a otras cosas.
En mi caso, prefiero planificar muchos descansos pequeñitos en lugar de uno grande. Este sistema me permite llevar la casa mientras trabajo. Tomarme un café, poner lavadoras, tender, cocinar…
Todo, respetando y manteniendo una jornada de trabajo productivo mucho más larga y efectiva de la que tenía en una oficina.
7. ¡Sal de casa!
Otro de los riesgos que tiene trabajar desde casa, es que puedes pasarte días sin salir. Y no lo digo por decir, ha habido épocas difíciles de mi vida en las que he pasado muchos días seguidos sin pisar la calle.
Así que en tu plan del día, o de la semana, prepárate excursiones al exterior. Que te dé el aire, que te dé el sol y que tu mente descanse.
Porque la higiene mental es tanto o más importante que tu higiene personal.
8. Márcate objetivos
En todos estos años, los peores momentos que he pasado al trabajar desde mi casa han sido aquellos en los que perdía el foco de ese trabajo. Momentos en los que, con algún gran proyecto recién terminado, me encontraba perdido y sin saber hacia dónde apuntar mis esfuerzos.
Por eso, aunque creas que son objetivos pequeños o nimios, debes tener siempre en la cabeza tu siguiente meta, tu siguiente reto. Porque son ellos los que te empujarán día a día.
Trata de que esos objetivos sean lo que se llaman objetivos SMAC: Specific, Measurable, Achievable and Challenging. Es decir, eSpecíficos, Medibles, Alcanzables y desafiantes. Eso te permitirá poner tu foco en lograrlos, en disfrutar del reto y en obtener la sensación de superación personal cuando los alcances.
9. Mide en qué inviertes tu tiempo
Otro de los peligros de trabajar desde casa es perder el tiempo sin darte cuenta. No solo en las distracciones más obvias, sino en tareas que parecen trabajo, pero en realidad son una pérdida de tiempo. Leer y contestar emails, estudiar artículos o pensar en tu siguiente proyecto. Como nadie te controla, puedes olvidarte del mundo y perder muchas horas
Por eso, una de las cosas más útiles que puedes hacer es utilizar una herramienta de gestión de tiempo para controlar esos descuidos.
Que sea sencilla (cuanto más, mejor), no hace falta que tenga cientos de opciones de segmentación ni mil maneras de compartirlas u otros accesorios. Lo único que necesitas es darle al play cuando empieces a trabajar y a stop cuando termines.
Yo utilizo Toggl, una herramienta muy fácil y cómoda en la que, a lo dicho anteriormente, puedes añadir la tarea que estabas realizando y el proyecto; algo muy útil cuando tienes tantos proyectos y páginas web diferentes como tengo yo.
Más adelante, tendrás que revisar que, efectivamente, cuando te dedicas a trabajar, estás trabajando de verdad.
10. Minimiza las distracciones
Como te decía antes, separar el espacio físico del ocio y el trabajo es importante. Pero no puedo dejar de remarcar lo importante que es apartar las distracciones lo máximo posible.
Móviles, redes sociales, consolas, cosas de casa… Como nadie te vigila es muy fácil distraerse y dejarse llevar por esa falta de supervisión. Tienes que ser fuerte, tienes que ser constante y tienes que ser capaz de trabajar a pesar de que te rodeen todos tus objetos personales.
Existen herramientas para bloquear las páginas y aplicaciones de ocio, puedes bloquear tu teléfono ciertas horas… Tú verás qué es mejor para ti, pero tienes que lograr vencer la tentación de dejarlo todo y echar una partida al Call of Duty o al Candy Crush.
11. Sé flexible
Trabajar en casa te garantiza una conciliación familia-trabajo increíble. Aprovéchala para organizar tus horarios y tus días laborables de tal forma que cualquier imprevisto familiar (o de cualquier tipo) tenga cabida en tu jornada.
Un chequeo médico, un niño enfermo, una emergencia, una visita al banco… Ahora que trabajas en tu casa, tienes la enorme suerte de poder resolver todas estas situaciones con mucha más facilidad que antes.
Y si algo rompe tu rutina, si hay algo contra lo que no puedes luchar, aprende a disfrutarlo. En la flexibilidad está parte de nuestra felicidad diaria.
12. ¡Mantente en forma!
Para terminar, no debes descuidar tu forma física. Ahora que trabajas en casa, caminas poco o nada y haces mucho menos ejercicio que si trabajases fuera. No hay escaleras que subir, pasillos que recorrer ni transportes que coger.
Oblígate a caminar, a hacer bicicleta, a correr o a realizar cualquier otro deporte que te guste y puedas practicar. Tu salud física debe ser una de tus mayores prioridades.
Hay quien tiene una cinta o bici estática en casa, quien pasea, quien corre, quien va al gimnasio… Busca qué es lo que mejor encaja contigo y oblígate a hacerle hueco en tu agenda.
Trabajar con hijos en casa: 3 consejos extra
Cuando empecé a trabajar por mi cuenta las cosas eran muy distintas a como son ahora. Hay dos cambios esenciales que marcan una gran diferencia y que me han permitido vivir (casi) todo el espectro de situaciones posibles.
La primera, que ya he mencionado, es el espacio. Ahora tengo un despacho, mi propio espacio personal. Pero la segunda, la que implicó el cambio más radical en mis rutinas, fue la paternidad. A finales de 2015 nació mi primera hija y en verano de 2019 nació el segundo.
Si, como yo, eres el cuidador principal de tus hijos, lo primero que tengo que decirte es que mientras sean pequeños y estén despiertos, trabajar es casi imposible. Al menos en tareas complejas que requieran de cierta concentración.
Por eso quiero darte tres consejos extra:
1. Guárdate el trabajo más mecánico y sencillo
Cuando tus hijos duerman, cuando tu pareja te eche un cable y se encargue de ellos o cuando cualquier otra persona (abuelos, cuidadores, colegios, guarderías…) esté con ellos, aprovecha para realizar todas las tareas complejas. El trabajo más duro.
Mi consejo es que te guardes las cosas fáciles para los momentos que pases con tus hijos. Cosas como contestar emails, hacer presupuestos, maquetar/programar artículos, leer (algo ligero)…
Cuando son bebés no es posible (al menos cuando, como los míos, duermen POCO), pero conforme van creciendo se empiezan a entretener ratos más extensos y podemos aprovechar para avanzar un poco. Eso sí, siempre listos y dispuestos para que reclamen nuestra atención.
Porque, no lo olvides, ellos van primero.
2. Aíslate del ruido
Por mucho que haya alguien encargándose de ellos, los niños son ruidosos por definición. Concentrarse con sus risas, sus cantos y sus llamadas de atención es… complicado.
La mejor compra que hice yo al poco de nacer mi hija, fueron unos cascos aislantes de ruido. Diría que cualquiera, de cualquier marca, servirá, siempre y cuando tenga una buena cancelación de ruido. Pero en este aspecto, creo que merece la pena invertir un poco de dinero y hacerse con unos de calidad.
Los míos van a cumplir 5 años y merecieron cada euro que gasté en ellos. Creo sinceramente que están más que amortizados.
3. Enséñales que en tu zona de trabajo no se juega
Igual que te decía que debes separar el espacio que usas para trabajar del espacio que utilizas para otras cosas, tienes que conseguir que tus hijos entiendan que el despacho (sea una habitación física, una mesa o una esquina al lado del sofá) no es un parque de juegos.
Tienen que saber que si estás ahí sentado, aunque crean que no estás haciendo nada, no deben interrumpirte. Que no pueden jugar con las cosas que hay en tu mesa y que tú no puedes jugar con ellos cuando estás ahí.
Es un proceso difícil, muy difícil, porque en ocasiones les enseñarás algo en el ordenador, dibujarás para ellos o se sentarán contigo… Y aprenderán que, en el fondo, si te llaman vas a ir con ellos. Pero tienen que entender, igual que conseguiste entender tú, que ese es un espacio de trabajo, no de juego.
Especial CORONAVIRUS
Este artículo lo tengo pensado desde hace años y la idea es que perdure en el tiempo. Que sea una guía que puedas usar hoy, que pudieras usar hace seis años y que puedas usar dentro de diez más.
Sin embargo, habiéndolo publicado durante este periodo de confinamiento y cuarentena por el dichoso SARS-COV-2, con su enfermedad COVID-19, debo matizar un par de puntos.
7. ¿Sal de casa? ¡NO!
Durante el tiempo que dure la cuarentena, mientras el nivel de saturación sanitaria y contagio sigan en cotas tan elevadas, ni se te ocurra salir de casa. Te lo creas o no, la situación en los hospitales es crítica y dramática y están haciendo esfuerzos ímprobos por mantener el control de la enfermedad y sus afectados. Lo sé de primera mano, que vivo con una médico y soy hijo de otro.
Nada de excusas baratas ni triquiñuelas para saltarse el confinamiento.
Aprovechad terrazas, ventanas o cualquier lugar de vuestra casa en el que podáis sentir el calor del sol y el frescor del aire para relajaros durante unos minutos. Yo cada día salgo a mi terraza unos minutos que, aunque no tienen el mismo efecto que un paseo, me saben a gloria.
12. Mantente en forma
Del mismo modo que salir de casa es ahora tarea imposible, hacer ejercicio se ha convertido en una actividad propia de la ciencia ficción. O al menos eso es lo que parece.
Como llevamos y todavía nos quedan varias semanas de confinamiento, mantenerse en forma cobra una relevancia mayor.
Hay muchos canales de YouTube, Instagram o similares que ofrecen rutinas de entrenamiento de batalla. Tan solo necesitas un espacio muy reducido, la voluntad de hacer ejercicio y ganas de sudar un poco.
Además, hay muchos estudios que han demostrado que el ejercicio ayuda a la mente. No solo debes mantenerte en forma por tu propio cuerpo, sino porque ese mismo ejercicio libera tensiones, quita estrés y hace que te sientas mejor.
Eso sí, como ya he dicho antes: NO SALGAS DE CASA. Ayuda a los médicos y a ayudarnos a todos.
12+1 No te aísles en el trabajo
Algo muy tentador en estas situaciones es ocupar la mente de tal forma que nos olvidemos del resto. No solo porque haya un virus maligno por ahí o porque estemos aislados, sino porque en cualquier situación difícil es más fácil centrarse en otra cosa y dejar que el tiempo pase.
Sin embargo, ese nivel de obsesión tiene efectos perjudiciales a largo plazo. Todos necesitamos ciertas válvulas de escape (en cualquier parte de nuestras vidas) y no podemos centrar todo nuestro mundo para que gire en torno a un solo aspecto.
Haz descansos, llama a tu familia, lee un libro, ve la tele…, dedica tiempo a desconectar de tu trabajo. Si no, corres el riesgo de que te absorba demasiado y termines esta cuarentena odiando tu casa, odiando tu trabajo o, lo que es peor, desencantado contigo mismo.
¡Cuídate!
En resumen
Trabajar en casa tiene muchas ventajas, pero también sus desventajas. Hace falta tener fuerza de voluntad, disciplina y un objetivo muy claro para poder ser productivo.
Las distracciones están ahí, la facilidad para hacer cualquier otra cosa que no sea trabajar está ahí, pero tú tienes que conseguir llegar a un equilibrio que te permita trabajar y vivir al mismo tiempo y en el mismo espacio.
Con estos consejos para trabajar desde casa, deberías ser capaz de acercarte mucho a esa productividad que tanto deseas.
Y tú, ¿cómo te organizas para trabajar desde casa?