¿Crees que esa imagen del emprendedor exitoso, siempre optimista y trabajando 20 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año es lo normal?
¿Quieres ser ese emprendedor que solo (parece que) vive por y para su trabajo?
No es más que una fachada que está destruyendo más mentes de las que está motivando.
Hoy vamos a hablar sobre el éxito, sí, porque no podemos negar lo evidente, pero desde el dolor de emprender, la frustración, los problemas y las enfermedades mentales.
Y lo voy a hacer de la mejor forma que sé: desde mi propia experiencia.
Yo sí tengo una enfermedad mental
Soy alérgico a la proteína de la leche y no me da vergüenza decirlo. De hecho, me conviene hacerlo si no quiero acabar en el hospital.
Tampoco me da vergüenza decir que suelo tener una gastroenteritis cada año (gracias, hijos míos), cogí una mononucleosis infecciosa que me tuvo ingresado un mes, una conjuntivitis que me tuvo al 30% de visión varios meses y…
¿A que a ti tampoco te daría vergüenza decir que tienes una gastritis crónica?
¿O un orzuelo?
¿O atopia?
O cualquier otra patología que, incapacitante o no, esté presente en tu vida y te afecte de alguna forma.
Entonces, ¿por qué debe darte vergüenza decir que padeces problemas de ansiedad? ¿O de depresión?
No debería darme vergüenza decirte que sufro (o lucho, como está tan de moda decir ahora) una enfermedad mental: soy bipolar. Voy regularmente al psiquiatra, al psicólogo y en determinadas épocas necesito medicación (edito: tengo el alta por parte de todos esos profesionales y llevo dos años sin medicación :D).
Pero sí que me da vergüenza.
De hecho, ahora mismo me late el corazón más fuerte y más rápido solo por estar escribiendo esto.
Y eso no impide que sea un profesional de éxito.
Si tú supieras la cantidad de mierda que tiene detrás mucha de la gente que te parece invencible…
Porque la mierda es parte de la vida, no podemos pretender que no existe.
Tómate un respiro
Cada día mando un email que te enseña a explotar lo que llevas dentro para que vivas igual de satisfecho el lunes por la mañana que el viernes por la tarde:
Emprendimiento y fracaso
La sociedad en la que vivimos, la sociedad de Instagram, la sociedad de las fotos de pies, fotos de comida y fotos de viajazos increíbles y sonrisas infinitas, solo nos enseña una cara de la verdad.
El éxito.
Nadie te habla del fracaso, de los intentos fallidos, el dinero perdido, las noches sin dormir ni las lágrimas.
Y en la vida, como en una competición, suele haber un ganador y cientos de perdedores.
O mejor dicho: de gente que no resulta ser la número uno.
El fracaso, entendido como la ausencia de alcanzar lo que tú te has marcado como éxito, es lo más habitual en nuestra vida.
Desde pequeñitos.
Solo hay un número 1.
Solo hay un mejor expediente académico.
Solo hay un mejor empleado del mes.
Solo…
Porque tú solo ves, solo te fijas y el mundo solo te enseña a ese top 1.
No te preocupes, que al final del artículo te voy a dar un consejo increíble para rebajar esa sensación de fracaso tan habitual.
Que la sientes tú, la siento yo y la sentimos todos.
Positivismo tóxico
Como te decía, los mensajes que recibimos se resumen en estos cuatro:
- Si quieres puedes
- Mereces triunfar
- Además es fácil
- Además es rápido
Lo malo de este positivismo tóxico no es que tu percepción del triunfo y el fracaso esté totalmente pervertida, lo terrible es que se están obviando todas las partes negativas que tiene la vida.
Estar triste se ha convertido en algo antinatural, hay que estar feliz por encima de todo.
¿Quién va a querer ver el Instagram de alguien triste como tú?
Intentarlo y no poder es imposible, porque si TÚ quieres, VAS a poder.
¿Te está costando mucho lograrlo? Vaya fracaso de persona, que no factura 10.000€ en su primer mes…
¿Te hundes por no conseguirlo? MAL HECHO, esfuérzate más, DESEA lograrlo con más fuerza.
Si aprietas bien los dientes y piensas fuerte en lo que quieres, al día siguiente se hará realidad…
Aunque no quieras creértelo, te bombardean por todas partes con esos mensajes tipo Mr. Wonderful de que sonriendo, los problemas desaparecen, el éxito llega y la alfombra roja se despliega allá donde pasas.
Y han conseguido algo impensable.
Han conseguido que interiorices ese mensaje y que la envidia y la sensación de fracaso aumenten con cada «caso de éxito» que te encuentras.
Te lo voy a demostrar.
Solo verás mi facturación
Mucha gente entra en esta web atraída por un único artículo en el que hablo de mi facturación anual.
Fíjate que intento poner las cosas en perspectiva, explicar que las cosas no llegan solas, ni por suerte, y que tienen mucho trabajo duro detrás.
Pero la mayoría solo ven 80.000€ que les llenan la cabeza con ideas locas sobre la riqueza.
Ni siquiera me hacen caso y tratan de restar los impuestos, cuotas, gastos, etcétera, que hacen que en mi cuenta no entre ni la mitad de ese dinero.
Tampoco ven la hipoteca, los colegios de mis hijos, las facturas…
Y lo que nunca, nunca, nadie ve es el fracaso.
¿Acaso has pensado tú en «fracaso» al ver esos 80k?
Ahora mira mi fracaso
2021 fue un gran año y 2020 también, pero…
En 2019 facturé menos de 10.000€. Recuerda: a la facturación hay que quitarle muchas partes que, en realidad, no te corresponden.
Pero es que en 2017 facturé 3.000€.
En 2016 facturé 226€ en todo el año.
Y en 2015 entraron en mi cuenta 23,78€
Son 5 años en los que no gané ni siquiera el Sueldo Mínimo Interprofesional. Pero no en uno, sino en los cinco a la vez.
¿De verdad te crees que me levanté el 1 de enero de 2021 y me dije: «Este año sí quiero ganar dinero»?
No, fue una parada más en el camino de los años anteriores. Los errores, los aprendizajes, los intentos, los proyectos, los… TODO lo que me hizo «fracasar» durante casi seis años empezó a surtir efecto.
Lo más importante para emprender es
Por todo esto, por mis años como consultor quemado, mi baja por acoso/ansiedad y otras muchas cosas que no me dan para contarte en un único post, sé decirte que lo más importante no es «triunfar» o «fracasar».
Lo más importante para emprender y para tener una vida emocional más sana son dos conceptos esenciales que quiero que se te claven en el cerebro.
1. El fracaso existe
Lo menos importante de todo, aunque seguramente ahora te parezca increíblemente importante, es que asumas que EL FRACASO EXISTE.
Las cosas nunca, NUNCA, salen bien a la primera.
Ni a la segunda.
Ni a la tercera…
Y a veces no salen bien nunca.
Aunque hagas mil y un cursos, dediques mil y un horas…
Podría decirte que soy un emprendedor de éxito y que todo lo que toco se convierte en oro. Y podría ponerte un ejemplo de web que factura miles de euros al año.
Pero también puedo decirte que en mi excel de proyectos web hay unos 13 proyectos anteriores y paralelos a esa web de los que ni siquiera voy a hablarte porque no dieron ni para ir al cine.
Convivimos con el fracaso todos los días y nadie nos enseña a gestionarlo.
Abrázalo, llora con él, siéntete lleno de desgracia…, pero trátalo como lo que es: algo pasajero que quizá, solo quizá, te pueda enseñar algo.
2. Aprende a gestionar tus expectativas
El segundo y más importante, es que aprendas a dar a cada cosa el valor que realmente tiene.
«Fracaso» es una palabra muy fuerte, muy negativa, y es una palabra que define el valor que nosotros mismos le damos a algo.
Y que usamos muchísimo más para referirnos a nuestras cosas que a las de los demás.
¿Fracaso yo cuando mi objetivo era construir una web y he terminado escribiendo este post?
¿Fracaso yo cuando espero que una web me dé 500€ cada mes y termina dándome menos de 500€ al año?
¿Fracasé yo en 2016 cuando perdí mucho más dinero del que ingresé?
No, no son fracasos. El fracaso es algo que no puede resolverse de ninguna forma y que nunca saldrá bien.
En realidad, esos «fracasos» son proyectos mal planteados o mal ejecutados, desviaciones sobre un plan o calendario o decisiones de hacer algo distinto de lo que pretendía.
Es decir: el fracaso es salirnos de nuestras expectativas iniciales.
Lo importante es que estemos preparados para adaptar nuestras expectativas según avancen las cosas
Y que cuando vayan mal, podamos reaccionar y adaptarnos para intentar que dejen de ir mal.
O para encontrar alternativas.
Lo que sí considero un fracaso, fue dedicar 5 años de mi vida a una empresa que me exprimió, se adueñó de todas las partes de mí, anuló mi vida personal y todo por un mísero sueldo que no podía disfrutar.
Sí, eran decenas de miles de euros, pero mi vida era un fracaso absoluto con ellos.
Hubiera sido más feliz facturando 20€ al año.
Fui mucho más feliz en 2015 cuando los facturé.
Cuando te hundas…
Visto todo lo que te he contado, creo que está claro el mensaje que intento transmitirte: si eres humano (y no eres del 1% de psicópatas), entonces llegará el momento en el que te hundas.
Las emociones, las circunstancias, la vida, las personas, el trabajo…, o todo a la vez se juntará para demostrarte que la parte negativa de la vida existe y tiene la capacidad de sobrepasarte.
Fíjate que no he dicho «si te hundes…».
No, lo que he escrito es lo que va a pasar: te vas a hundir. O quizá te hayas hundido ya. Más aún si eres emprendedor o quieres serlo.
Si has leído hasta aquí, de hecho, es casi seguro que ya te hayas hundido.
O que estés esperando que te cuente cuál es mi patología mental. Porque el morbo y la curiosidad son una motivación poderosa.
En cualquier caso, si ves que no puedes salir del agujero mental del fracaso, pide ayuda.
No tengas miedo de hacerlo. Que no te dé vergüenza levantar la voz y que te dé menos vergüenza todavía preguntar por los profesionales encargados de ayudarnos cuando nos hundimos: psicólogos y psiquiatras.
Si tienes fiebre tomas una cosa.
Si se te inflama una articulación te tomas otra.
Si pierdes una pierna, te enseñan a equilibrarte y a caminar con la que te queda.
Si te fallan las emociones, también hay soluciones en forma de terapias y medicamentos.
¿Qué es el éxito?
El éxito de verdad no es facturar miles de euros.
El verdadero éxito es alcanzar un estado mental que te permita enfrentarte a la falta de esa facturación y mirar más allá preguntándote qué puedes hacer para solucionarlo.
Yo no considero que la facturación de 2021 sea Mi Éxito (con mayúsculas).
Es un éxito, no puedo decir que no, es un hito, un récord y una recompensa a muchos años de trabajo duro.
El éxito de verdad fue levantar la mano hace varios años y decirle a mi mujer que estaba convencido de que lo que me pasaba en la cabeza no era normal.
Y no lo era, ya te lo anticipo.
El éxito fue que, a raíz de aquello, tomé las riendas de mis emociones, comprendí muchas cosas del funcionamiento de mi cabeza y empecé a organizar mi vida en consecuencia.
Eso fue a mediados de 2019, justo cuando mi facturación empezó a despegar.
¿Casualidad o consecuencia?
Dejaré que seas tú quien lo decida.
No, no se me ha olvidado
Sé que te he prometido que te iba a decir cuál es la patología mental con la que tengo que convivir. La verdad es que esperaba que el artículo me quedase tan increíble y espectacular que se te olvidase preguntar.
Iba a hacerte un Macguffin en toda regla.
Pero trato de cumplir todas mis promesas.
Incluso las que más me cuestan.
Así que allá va. No te voy a desvelar mis tres condiciones especiales, para guardarme algún secreto, pero sí que te diré la más importante de todas: tengo un trastorno ciclotímico (o casi completo, es difícil de explicar).
Creo que el término correcto es ciclotimia subclínica. Una especie de bipolaridad con episodios más leves y, en teoría, dependientes de la época del año.
Solo llevo 3 años analizando los ciclos y mi objetivo es minimizarlos hasta que no supongan un problema.
Que lo suponen, ya te lo digo yo.
Pero lo que quiero transmitirte es otra cosa. No la ciclotimia en sí, sino el motivo por el que la descubrimos.
Lo me hizo levantar la mano no fueron las épocas de depresión absoluta, sino las otras.
Aquí te dejo que, si quieres, investigues por tu cuenta sobre la ciclotimia, la hipomanía, la manía, la depresión…
Lo que intento decirte es que tenemos tan asumida e interiorizada la tristeza, que no le damos la importancia que merece.
Estar triste es normal, igual que lo es estar contento. Pero hay tristezas extremas que son patológicas y hay alegrías extremas que también son patológicas.
Y todo un abanico completo de trastornos y patologías que puedes sufrir.
Ser emprendedor no es ser Superman
Después de este artículo tan intenso y personal, quiero dejarte con una última reflexión.
Emprender, igual que ser padre, es un camino complicado. Un camino lleno de cansancio, de golpes, de llantos, de agotamiento físico y emocional, de…
Pero es un camino que muchos recorremos con gusto.
Porque también tiene ventajas, alegrías y sorpresas.
No pretendas ser Superman y creer que el emprendimiento es riqueza, felicidad y una vida tumbado en las Bahamas.
Emprender es una montaña rusa de emociones, tiempo y dinero. A veces te sobran, a veces te faltan, a veces las echas de menos, a veces las odias.
Lo único que importa es que TÚ tengas la serenidad necesaria para encajar todos esos vaivenes y disfrutar del proceso. Sea en las crestas de la ola, o en el rompeolas.