Eso del propósito vital es una trampa muy peligrosa: los que lo encuentran, los que sienten esa vocación, siguen adelante con energía y fuerza; pero los que no… Se frustran, se desilusionan y la ansiedad campa a sus anchas.
Porque ese propósito vital, ese objetivo de vida, se plantea como un fin y no como lo que debería ser: un camino que nos empuja a ser mejores y a disfrutar más. No a todo lo contrario.
Hablemos de qué es eso del Ikigai y de cómo lo podemos aplicar en nuestra vida, seamos personas vocacionales (como un médico) o gente dispersa, con muchos objetivos diferentes y pocas pasiones tan arraigadas.
Ver episodio
Escuchar episodio
Cómo encontrar tu propósito de vida
¿Haces muchas cosas en tu vida, pero sientes que no llegas a ninguna parte? ¿Estás perdido y miras con envidia a todos aquellos que parece que han encontrado el sentido de su vida, mientras tú sigues buscándolo?
Hablemos de la trampa del propósito vital y de cómo puedes encontrar el tuyo.
Me ha costado muchos años de frustración y lágrimas encontrar ese propósito vital que todos perseguimos. Solo que, en el proceso de encontrarlo, me he dado cuenta de algo sorprendente.
No ha sido sencillo y todavía me angustia de vez en cuando, sobre todo cuando miro a mi alrededor y me encuentro con tantas personas que poseen o parecen poseer ese Propósito único que mueve todas sus acciones.
Personas con las que es muy difícil no compararse: como mi mujer. Porque ella es médico, médico vocacional. Llevamos juntos desde los 17 años y siempre ha tenido claro lo que quería ser, lo que quería hacer. Y yo llevo desde la misma edad tratando de encontrar algo que se le parezca.
Un Propósito Único, como si fuera Frodo caminando hacia el Monte del Destino.
Y ese es el problema, que caemos en la trampa de buscar de forma obsesiva ese “Propósito” con mayúsculas, ese propósito que nos dará la motivación y la obsesión necesaria para perseguir un fin único, y nos olvidamos de lo más importante: el viaje, el paseo que damos, el avance, la gente que conocemos, lo que aprendemos…
Tener un propósito es maravilloso, saber para qué luchas es un motor motivacional muy potente, pero si no lo encuentras o en tu vida hay más de un propósito (en minúscula), no te tienes que obsesionar, frustrar y deprimir.
Porque hay personas que encuentran UN camino y hay otras que necesitan ir cambiando. Algunas, como yo, encuentran un núcleo común a todos esos caminos y propósitos que les empujan en su día a día y otras nunca lo hacen.
La lección que aprendí después de décadas de angustia por no encontrar EL PROPOSITO, es que lo importante no es el propósito en sí, sino que la búsqueda de ese nexo, de ese PROPÓSITO que lo une todo, nos empuje hacia una versión sana y satisfactoria de nosotros mismos, no hacia una busqueda malsana que nos genera insatisfaccion, frustración y sufrimiento.
Tómate un respiro
Cada día mando un email que te enseña a explotar lo que llevas dentro para que vivas igual de satisfecho el lunes por la mañana que el viernes por la tarde:
Ahora bien, ¿cómo encontramos ese propósito? ¿Ese IKIGAI?
Ikigai es una palabra japonesa que puede traducirse como la razón de ser, el motivo por el que te levantas cada mañana. Que no es más que tener la satisfacción interior de saber que estás en el camino correcto.
En esa corriente filosófica, el propósito que mueve nuestra vida debe cubrir cuatro aspectos diferentes que, planteados en forma de pregunta, nos ayudan a encontrar el nuestro.
Cuatro preguntas que deberíamos hacernos todos más a menudo y no solo cuando la vida nos da una paliza.
Las primeras dos preguntas van dirigidas hacia nuestro interior:
- ¿Qué es lo que me gusta hacer?
- ¿Qué es lo que se me da bien?
Con la primera parte, tenemos que analizar quiénes somos nosotros mismos. Esto es lo primero que hay que hacer y es la parte más importante, porque busca satisfacer nuestros deseos vitales, aquellos que satisfaceh nuestras emociones esenciales y nuestras habilidades. ¿QUE SIGNIFICA ESTO? Que ningún propósito vital se puede describir con euros, dólares, posesiones materiales, cargos o títulos.
Quiero un chale con jardín, piscina, 3 personas de servicio y 7 lamborghinis es un mal propósito vital. Primero, porque no es realista y seguramente no lo consigas, pero más importante, porque separa el proceso de conseguirlo del resultado. En un propósito vital, lo importante es el camino que seguirás para acercarte a él, no el hecho de alcanzarlo, es la satisfacción que te proporcionará hacer todo lo posible por conseguirlo.
Y ese es el segundo motivo por el que los propósitos vitales no pueden ser materiales: porque cuando alcanzas esa meta material, el objetivo está cumplido y ya no tiene sentido seguir buscándolo. Un BUEN propósito vital te empuja a seguir, a perseguir una cierta forma de hacer las cosas, de compartir, de ser… Y nunca se puede completar del todo.
Imagínate que tu objetivo es ayudar a los demás a ser más conscientes de sí mismos y de su desarrollo personal.
Ese objetivo, ese propósito, va a motivar en ti una serie de cambios, de acciones, aprendizajes e iniciativas que te harán crecer y mejorar, pero nunca terminarán. Porque aunque te convirtieras en el coach número uno del mundo, al que acuden todos los mandamases del planeta, siempre habrá cosas que no sepas y retos a los que puedas enfrentarte, que te harán seguir creciendo.
El mejor ejemplo que tengo para ti está en mi propia newsletter, donde cada día envío 1 email para inspirar y motivar a la gente que me sigue.
Aquí
Cualquiera diría que después de dos años escribiendo cada día, se me deberían haber agotado las ideas, las historias y los ejemplos. Pero la vida avanza y siempre vives y descubres algo nuevo; y si no, para eso están los suscriptores, alumnos, clientes y mentorados: para contarte ideas e historias nuevas.
Y las últimas dos preguntas del Ikigai van dirigidas a nuestro entorno:
- ¿Qué es lo que la gente necesita?
- ¿Por qué estarían dispuestos a pagar?
Estas preguntas externas, son una forma de que cojamos esos deseos, esas habilidades y esos intereses y busquemos la forma de convertirlos en nuestro medio de vida.
Alejándote de lo que sea que hayas estudiado o el trabajo que tengas ahora o hayas tenido y centrándote solo en las respuestas a las dos primeras preguntas:
¿Qué te gusta hacer?
¿Qué se te da bien?
Cuando coges las respuestas a esas dos preguntas, desde tu interior, desde tu sinceridad, las trasladas hacia fuera y te preguntas ¿qué necesita la gente y por qué estarían dispuestas a pagar? encuentras caminos posibles hacia la autorealización. A veces es un camino, a veces más de uno, pero todos apuntando hacia ese propósito, hacia ese Ikigai.
Por ejemplo, a mí me gustan mucho los LEGO: comprarlos, montarlos, hablar de ellos… Así que me pregunté, ¿de qué forma podría trasladar esto a mi entorno y conseguir una satisfacción adicional?
Esa satisfacción llegó en forma de unos pocos seguidores con los que compartir mi afición y, con los años, ha terminado llegando a casi 100.000 personas cada mes, dejándome una satisfacción (y unos beneficios) que no hubiera soñado cuando empecé.
Lo importante, lo que deberías grabarte a fuego, es que ese PROPÓSITO del que todo el mundo habla, no es una frase, una acción, una decisión o un objetivo de vida. Es un proceso constante que te acompaña y evoluciona contigo día tras día.
Si no lo has encontrado, no te obsesiones, piensa en lo que te gusta, en lo que se te da bien y busca la forma de encajarlo en lo que el resto del mundo necesita y estaría dispuesto a pagar.
Y si los días se comen tu vitalidad y sientes que te falta la energía para lograr ningún propósito que te plantees, este vídeo te ayudará.